lunes, 1 de noviembre de 2010

Cartas muertas, "love on line"

No se escriben cartas. Ni se dejan notas de papel de camino hacia la cocina.
No hay “post-its” en la nevera que te digan que te quieren o que te van a echar de menos. No encontraré tus huellas en una carta, ni manchas de tinta, ni borrones provocados por las lágrimas caídas a borbotones por la emoción de la incertidumbre de saber si será amor correspondido o no. No habrá restos de lágrimas de enamorados ni de rabia por inseguridades motivadas por ese sentimiento. No existirá una carta perfumada que pueda oler para recordarte cuando estés lejos de mí o que pueda releer cuando me sienta sola y me hayas dejado (o yo a ti, ¿quién sabe?). No me imaginaré a mi misma besando los labios que dejaste marcados con carmín en el ángulo inferior izquierdo del papel firmando con un escueto te quiero…
Ya no se escribe a mano, nadie sella sus sentimientos o emociones en un papel para dejar constancia. No hay compromiso, fidelidad, lealtad. Se hablar de amor. Se busca y se anhela pero nadie se compromete. Si se tiene, no se cuida, se menosprecia y lo añoramos cuando no lo tenemos. Lo perdemos y lo buscamos en otros brazos, en otros labios a los que acabaremos reprochando algo, entro cuerpo que cambiará de dueño al día siguiente. Se perdió la magia y todo se interpreta (o malinterpreta) a nuestro propio antojo a través de un emoticono engañoso, frío, calculador e inexpresivo con el que se muestra lo que queremos (o lo que nos gustaría ser). Ya nadie espera varios días (o semanas) entre sueños e imaginaciones a la expectativa de recibir unas bonitas palabras. Se tarda demasiado en escribir a mano, en dejar unas palabras inscritas en un pedazo de papel. No hay tiempo (o no se quiere). Es más fácil enviar un email, llega antes y, si te he visto, no me acuerdo. Será porque no está de moda, que por eso se olvida, que por eso el papel (o el amor) estorba…

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