domingo, 17 de enero de 2010

Que callen las voces


Siento que tengo en mi alma un gran hueco y que necesito tapar este vacío.
Me falta algo y no sé bien que es.
Quizá sea que debo olvidar y vencer mis miedos,
no echar la vista atrás porque delante de mí,
hay un nuevo camino por comenzar.
Queda mucho por construir, para volar bien alto
Y pasear por esas dulces nubes cubiertas de blanco.
Estoy harta de recorrer la vida a través de un camino de sombras errantes,
grises y sin vida, agridulces e incluso insípidas.
Quiero callar estas voces que me arrancan la piel,
que me angustian y me asfixian pero que quizás me indican
que estoy perdiendo el tiempo en metas imposibles, falsas,
inalcanzables o en ilusos y estúpidos sueños.
Esperando siempre estoy, ese cambio que nunca llega.
Con mis razones y mi convencimiento de que la vida dará la vuelta,
con la pequeña esperanza de que todo cambie,
aunque sea por milagro,
desaparezca así la amargura y burle al destino
buscando una forma de ser feliz contigo
y de dejar de sentir una ausencia,
un olvido, que no desaparece ni con tiempo ni con la calma ni
con la locura de mis besos repartidos en otros cuerpos.
Quiero ahogarme en tu humareda con la rapidez del humo de un cigarro
que se consume solo entre mis dedos cuando lo enciendo y ni fumo por perder el aire que respiro por tener fundida el alma y ver que ya no hay nada.
Solo aire perdido en el mismo aire que respiro mientras aspiro el humo del tabaco consumido, como yo.



domingo, 3 de enero de 2010

Alucinaciones


Tengo alucinaciones. Te veo despierta, te veo dormida. Entre sueños y ensueños. No sé si existes, ni siquiera si te he visto por unos minutos en la más profunda realidad. No sé si eres producto de mi infinita imaginación. No sé si eres la alucinación que calma la ansiedad de la soledad por no estar contigo. Tengo contactos contigo sin contactarte. Me siento como el Jesucristo de Miguel Ángel en el Juicio Final de la Capilla Sixtina, casi te rozo, casi te toco, pero no te alcanzo. Te miro, te imagino, te siento pero no te veo. Apenas distingo tus rasgos en mis sueños. Sin embargo sí que siento tu ternura, tu dulzura y esa manera de reír y hablar con lo ojos mientras yo te entiendo con mi mirada. Sobran las palabras, de nosotros se adueñan los gestos que, caprichosos y juguetones, iluminan tu cara y me traducen tus antojos. Me lo dices todo sin decir nada y lo entiendo todo sin apenas una palabra.
Tengo alucinaciones porque, aunque abra y cierre los ojos te veo en mi mente, en mis pensamientos, en mis tareas de cada día, en la oficina…Oigo canciones que me recuerdan a ti. Otras son para ti, las escribo te las dedico y nadie las conoce pero no me importan, son tuyas.¡Pero no existes! Ni siquiera sé si te gustan pero te las asigno, para eso eres mi alucinación. Me complaces como puedes mientras intento encontrar a alguien para substituirte y dejar de volverme loca en un mundo de fantasía que ronda en torno a ti.
Eres como el agua transparente que brota de un arroyo virtual que aparece cuando más lo necesito, calmas mi sed, pero me dejas sin sal, calmas mi soledad pero cuando te necesito me das frío porque físicamente no estás. Me quemas con tu calor imaginario, me arrancas la piel a tiras, marchitas mis ilusiones, destrozas mis sueños, no me dejas dormir, no me dejas pensar ni descansar. Sí, así es.
Tú, sin nombre, sin apellidos, sin alma, irreal, producto de mi loca imaginación, de mis deseos, de mi soledad, de mi angustia de mi ansiedad.
Déjame vivir en paz, déjame ser feliz, caer, levantarme, saltar, crecer, continuar, seguir viviendo. Sal de mi mente, sal de mi alma, de mis adentros. ¡Vete de mí!.Y, si por hoy, no puedo sacarte de mis adentros, sólo por si acaso... nos vemos en mis sueños.