domingo, 17 de enero de 2010

Que callen las voces


Siento que tengo en mi alma un gran hueco y que necesito tapar este vacío.
Me falta algo y no sé bien que es.
Quizá sea que debo olvidar y vencer mis miedos,
no echar la vista atrás porque delante de mí,
hay un nuevo camino por comenzar.
Queda mucho por construir, para volar bien alto
Y pasear por esas dulces nubes cubiertas de blanco.
Estoy harta de recorrer la vida a través de un camino de sombras errantes,
grises y sin vida, agridulces e incluso insípidas.
Quiero callar estas voces que me arrancan la piel,
que me angustian y me asfixian pero que quizás me indican
que estoy perdiendo el tiempo en metas imposibles, falsas,
inalcanzables o en ilusos y estúpidos sueños.
Esperando siempre estoy, ese cambio que nunca llega.
Con mis razones y mi convencimiento de que la vida dará la vuelta,
con la pequeña esperanza de que todo cambie,
aunque sea por milagro,
desaparezca así la amargura y burle al destino
buscando una forma de ser feliz contigo
y de dejar de sentir una ausencia,
un olvido, que no desaparece ni con tiempo ni con la calma ni
con la locura de mis besos repartidos en otros cuerpos.
Quiero ahogarme en tu humareda con la rapidez del humo de un cigarro
que se consume solo entre mis dedos cuando lo enciendo y ni fumo por perder el aire que respiro por tener fundida el alma y ver que ya no hay nada.
Solo aire perdido en el mismo aire que respiro mientras aspiro el humo del tabaco consumido, como yo.



No hay comentarios:

Publicar un comentario