jueves, 3 de junio de 2010

A la sombra



Vivo a la sombra.

A la sombra de las más oscuras tinieblas
durante el día (con ensoñaciones abstractas)
y del tórrido infierno nocturno,
caluroso, asfixiante y desesperante.

A la sombra de todos, de día; a la sombra de mi insomnio de noche.
A la sombra de la soledad más triste y la compañía más solitaria.

De la luz, del sol, del agua...
Del fuego de tus ojos…
Del carmín de tus labios...
Del perfume de tus besos…
Del candor de tus manos…

A la sombra de los coros de brujas,
que en su aquelarre piden a gritos
el devolverme la esperanza
a cambio de mi alma.

A la sombra de Akerbeltz,
en una orgía libertina de ironías,
mentiras, sombras, abstracciones,
monstruosidades ensoñadas, calumnias oídas,
embustes vividas y sin sabores…

Intento descifrar, en el clímax
de una fantasía inacabada,
la realidad de una ficción descontrolada,
repleta de falacias, engaños y trampas.

Vivo a la sombra. A tu sombra.
Indefinida a veces, perfectamente precisa otras.

A la sombra de los manantiales
de cuyas aguas brota la efímera fe
de un corazón inerte
(insensibilizado por la frialdad
de la muerte y la desgana vital de la gente).

A la sombra del viento,
que se lleva en sus desaires mis suspiros.
Del levante…que arrasa con mis objetivos,
Del poniente… que los hace trizas
y los disuelve entre “quejíos” de media noche.

Y es que vivo a la sombra,
o entre sombras:
frías, calculadoras, destructoras,
asoladoras, devastadoras…

A la sombra de todos, de día; a la sombra de mi insomnio de noche.

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