martes, 15 de diciembre de 2009

Cuatro años después




Y volví a la estación de autobuses cuatro años después. Esta vez sola. Ya no me encontraba entre tus brazos apurando los minutos contigo entre besos furtivos y amorosos. Ya no te miraba fijamente a los ojos ni me perdía en tu mirada. No me enredaba en tu pelo ni respiraba el suave y dulce aroma que se desprendía de tu cuello. Ya no acariciaba tu mano temblorosa a escondidas de la gente ni me abrazabas para protegerme del frío como hacías anteriormente. Ya no queda nada.
Esta vez he vuelto sola y he recreado en mi mente con cierta melancolía aquellos momentos en los que, a escondidas, nos besábamos en un portal ocultándonos de la gente. Miradas breves, cómplices y cariñosas envolvían nuestro pequeño mundo por unos instantes. Sin embargo, ahora no queda nada más que el recuerdo del último beso que te dí antes de dejarte escapar de mi vida por temor al amor, por miedo a quererte tanto, por miedo a no ser yo quien controle mis impulsos y quien lleve las riendas de mi vida. Ya no tengo miedo, quizás porque no te tengo y, si te tuviera, de nada me serviría. Alimento mi memoria de pequeños recuerdos vividos contigo para calmar la ansiedad que me provoca esta soledad. Sé que ya no te vale, que de nada te sirve. A mí tampoco…

No hay comentarios:

Publicar un comentario